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Economía política Marxista

Las perspectivas de la economía pluralista

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Este texto presenta una perspectiva de la Economía Pluralista. En la sección de orientación se puede aprender y comparar diez perspectivas diferentes de la Economía Pluralista.
Autores: Andreas Dimmelmeier, Andrea Pürckhauer y Anil Shah | 18 de diciembre de 2016
Patrocinio y revisión académica: Dr. Johannes Jäger
 

1. Elementos centrales

La economía política marxista (EPM) denota una gama de perspectivas de economía política ampliamente conectadas con y en la tradición de los escritos y las ideas de Karl Marx (en particular, El Manifiesto Comunista, los Grundrisse y El Capital). Si bien esta tradición de investigación es muy diversa y heterogénea, es posible identificar algunos principios clave comunes. En general, la EPM comprende un análisis integrador de la economía, la sociedad y la política. Estos tres campos no se consideran aislados sino estructuras interdependientes que han evolucionado históricamente. El análisis de la lucha de clases, que entraña la explotación del trabajo por el capital dentro del modo de producción capitalista, es fundamental para la comprensión de la dinámica dentro de este análisis.

Desde esta perspectiva, capital y trabajo representan dos clases antagónicas. El primero se caracteriza principalmente por la propiedad de los medios de producción, mientras que el segundo se compone de trabajadores asalariados libres en un doble sentido. Están libres del control sobre los medios de producción y son libres –en comparación con el sistema feudal– de vender su fuerza de trabajo. El capital es central en todo ello y se organiza principalmente para garantizar la rentabilidad del dinero invertido. Por esta razón, la famosa noción de capital como dinero que genera dinero se formaliza como D–M–D’.

Un análisis económico integrador, en este contexto, implica ir más allá de un enfoque único para explicar el funcionamiento de la economía. Así, bajo condiciones capitalistas, el trabajo no solo es explotado sino que también produce alienación. Esto significa que los trabajadores asalariados no dirigen su propio trabajo. En lugar de ello, el trabajador/la trabajadora es un/a empleado/a en el modo de producción capitalista que realiza tareas especializadas en la producción de productos básicos, pero sin poseer los productos. Además, el modo de producción capitalista no se limita a una esfera aislada de la sociedad, sino que la estructura de diferentes maneras. Por ejemplo, a través del proceso de mercantilización, las relaciones sociales que antes no estaban contaminadas por la lógica del mercado se transforman en relaciones comerciales, relaciones de intercambio y relaciones de compraventa.

La EPM tiene el objetivo explícito de cambiar el estado actual de la organización económica y social, sobre la base de una perspectiva emancipadora para establecer una sociedad más justa que supere el capitalismo. Aunque esta escuela de pensamiento está generalmente marginada en las facultades de economía en general, ha cobrado nueva actualidad durante la última década. Gran parte de este interés renovado se debe a que el análisis de Marx es relevante para analizar y explicar la crisis financiera mundial de 2007/2008; también ha sido relevante para otras crisis que están vinculadas al sistema económico y parecen converger con él, por ejemplo, la crisis medioambiental. Además, las nuevas formas de protestas y movimientos sociales, así como la intensificación de los conflictos sociales en tiempos de crisis, también han creado una necesidad y un reto para el análisis académico radical.

2. Términos, análisis, concepción de la economía

“El fundamento de todo análisis marxista es la comprensión de la economía, a saber, cómo se reproduce el capital, cómo se mantiene la rentabilidad y cómo se desarrollan las crisis” (Gamble 1999, 140).

La EPM concibe la economía como un proceso continuo de transformación de la naturaleza y la sociedad mediante la producción. El modo de producción es la forma histórica en que se unen las dos dimensiones centrales de cualquier organización económica de la sociedad. Estos dos elementos centrales son las fuerzas productivas (fenómenos que posibilitan la producción, como la tecnología y la infraestructura) y las relaciones de producción, o sea, la organización de la producción, la distribución y el consumo en la sociedad de clases. En consecuencia, la EPM sostiene que el carácter socioeconómico de las diferentes sociedades de la historia se caracteriza por el modo específico de producción, como la esclavitud, el feudalismo o el capitalismo. La configuración histórica de las fuerzas productivas y las relaciones de producción es un punto de partida crucial para la EPM. Se presta especial atención al análisis de la lucha de clases y las diferentes formas de explotación de la fuerza de trabajo, así como a las contradicciones y las crisis. Así, la economía no se concibe como una plataforma neutral de intercambio y cooperación, sino como una constitución histórica y política caracterizada principalmente por relaciones de poder asimétricas, ideología y conflictos sociales. Los defensores de la EPM afirman que el análisis central de Marx del modo de producción capitalista en los siglos dieciocho y diecinueve sigue siendo un punto de partida útil para entender la economía mundial contemporánea.

Las “mercancías” están en el centro del análisis de Marx del modo de producción capitalista; se definen como productos o servicios vendidos en mercados y producidos por la fuerza de trabajo humana. La característica peculiar de la mercancía es su carácter dual: exhibe valor de uso y valor de cambio. El modo de producción capitalista se define principalmente por la desatención del valor de uso, mientras que el valor de cambio –que potencialmente se traduce en un mayor rendimiento de las inversiones– es lo primordial. Así, las sociedades capitalistas no producen principalmente para satisfacer las necesidades de la población, sino para obtener un alto valor de cambio, en pocas palabras, beneficios. La EPM sostiene que este beneficio está enraizado en la explotación de la fuerza de trabajo, más específicamente, del trabajador asalariado. Los capitalistas solo pagan a los trabajadores el salario que necesitan para reproducir su fuerza de trabajo, incluso si los trabajadores generan un mayor valor. Los capitalistas se apropian de esta plusvalía y después la reinvierten. Este atesoramiento de dinero como capital en manos de la clase capitalista también se define como acumulación de capital. Representa la dinámica central del modo de producción capitalista y, por lo tanto, implica un imperativo estructural para el crecimiento de la economía capitalista. Sin embargo, como se mencionó anteriormente, el modo de producción capitalista no está libre de contradicciones y, desde la perspectiva la EPM, las crisis juegan un papel determinante como patrones recurrentes en el desarrollo capitalista.

En general, las crisis surgen de varias contradicciones que existen en la constitución básica del modo de producción capitalista, pero más específicamente consisten en una coyuntura específica de tendencias y desencadenantes. Así, cada crisis económica o financiera tiene vínculos con las contradicciones generales del capital y con circunstancias políticas, ideológicas y culturales específicas. Las diferentes tradiciones de la EPM también enfatizan la importancia de los diferentes aspectos de las contradicciones, argumentando en favor de una causación múltiple. Ejemplo de ello son: la insuficiencia de crédito, la escasez o las dificultades políticas con la oferta laboral, la resistencia o las ineficiencias en el proceso laboral, el exceso de capital y la reducción de los beneficios a causa de los salarios.

Actualmente, muchos estudiosos de la EPM argumentan que la tendencia de la sobreacumulación de capital desde la década de 1970 es la clave para comprender las diversas crisis financieras y económicas de las últimas décadas en todo el mundo. En esta situación, demasiado capital está buscando oportunidades de inversión rentables. Dado que las inversiones en activos financieros se han vuelto cada vez más rentables en las últimas décadas, el capital monetario se aleja desproporcionadamente de la producción industrial y se emplea como capital ficticio. Esta forma de capital monetario es ficticia porque carece de toda base material en productos o actividades productivas. Aunque no genera ninguna plusvalía en el proceso laboral, el capital ficticio puede reproducirse (D–D') representando un reclamo sobre la realización de la plusvalía futura. Si bien estas inversiones pueden ser rentables para algunos titulares de dinero, la economía general sufre un aumento de la desigualdad económica, la falta de demanda efectiva (que está temporalmente respaldada por el consumo financiado con crédito) y la inflación recurrente de los precios de los activos, lo que se traduce en “burbujas explosivas”. Un buen ejemplo de este proceso es la crisis financiera mundial de 2007–2008, que se desencadenó por una negociación excesiva de derivados (capital ficticio) en hipotecas de alto riesgo.

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3. Ontología       

El problema central que aborda la EPM es la explotación de los trabajadores por el capital, es decir, el dominio entre las clases y el poder del capital. Así, la unidad de análisis son las clases, no los individuos, y los intereses colectivos se determinan dentro de las clases, no entre individuos. Esto no significa que los individuos no puedan tomar sus propias decisiones. Sin embargo, dentro de un cierto modo de producción, existen estructuras materiales y sociales poderosas (por ejemplo, la competencia) que inducen a las personas a comportarse en consecuencia. Por lo tanto, la EPM no propone una visión universalista en la que los humanos sean necesariamente competitivos o colaborativos, sino que enfatiza los efectos del modo de producción históricamente específico sobre la forma en que se comportan los humanos.

Dentro de un cierto modo de producción, la EPM históricamente ha tratado de aislar algunas tendencias y leyes del movimiento en las esferas económica, social y política. En el modo de producción capitalista, algunos ejemplos serían la creciente acumulación de capital y su concentración, así como las crisis recurrentes de la producción capitalista. Se piensa que estas leyes de movimiento son ontológicamente reales y algunos estudiosos de la EPM han argumentado que las leyes determinan el comportamiento de las sociedades. Sin embargo, algunas líneas de la EPM han hecho hincapié en la sobredeterminación, destacando que aunque se pueden discernir las leyes del movimiento, su interconexión y multiplicidad hace que sea más complicado realizar afirmaciones precisas sobre el comportamiento de las sociedades humanas (véase también Metodología). La teoría en el campo de la economía política crítica ha enfatizado el concepto de hegemonía, que destaca la naturaleza histórica de los procesos de cambio social y la lucha constante de ideas y movimientos (la guerra de posiciones en palabras de Antonio Gramsci) por el dominio temporal y espacial. De acuerdo con estos teóricos, las leyes de las sociedades y las economías dependen más de la coyuntura histórica y cultural, por lo que aducen argumentos contra una teoría determinante. Los teóricos críticos realistas ofrecen un posible puente entre estas dos tradiciones: asumen un mundo real, tanto en el mundo natural como en el social, pero está sujeto a cambios y actualizaciones que pueden originarse de las acciones de actores históricos espacialmente determinados. Con Marx se podría repetir que:

“Los hombres hacen su propia historia, pero no como les plazca; no lo hacen bajo circunstancias elegidas por sí mismos, sino en circunstancias ya existentes, dadas y transmitidas desde el pasado.” (Marx 1852)

A pesar de estas diferencias teóricas, las teorías de la EPM generalmente están de acuerdo con que el mundo no está hecho de entes particulares aislables para ser analizados. Por contra, existen entidades como clases, empresas, estados e instituciones dentro de un contexto que es esencial para su existencia. Al desglosar estos componentes mayores en sus partes constitutivas, uno no puede hacer justicia a su naturaleza real, ya que en cada estrato o nivel organizativo (desde las partículas subatómicas hasta los sistemas complejos como las sociedades humanas) existen poderes emergentes que son ontológicamente reales por derecho propio. (Sayer 1992, 119). Además, la EPM confiere importancia a los procesos dinámicos como, por ejemplo, el conflicto de clases o la acumulación, que están históricamente arraigados y cambian con el tiempo. Otro aspecto importante de la EPM es que el capital no se define ontológicamente como un activo material (como dinero, maquinaria, etc.), sino como una relación social y, por lo tanto, solo adquiere existencia ontológica y significado en el modo de producción capitalista y las relaciones de clase correspondientes.

4. Epistemología

Las teorías de la EPM se identifican explícitamente como normativas y performativas y consideran que el enfoque positivista de la ciencia descriptiva y sin valores es falsa y tiene una motivación ideológica. Así, se defiende que el objetivo del análisis científico es crear conocimiento que fomente la emancipación de aquellos que están dominados y oprimidos.

Según Andrew Sayer, los exponentes de la ciencia social crítica (de la que forma parte la EPM) conciben la emancipación que la emancipación procede de la siguiente manera (Sayer 1997, 474):

  1. Identificar problemas, necesidades no satisfechas, sufrimiento y falsas creencias.
  2. Identificar las fuentes o causas de lo anterior, es decir, definir una forma particular de dominación.
  3. Superar un juicio negativo de estas fuentes de apariencia y opresión.
  4. Favorecer (ceteris paribus) acciones que eliminen estas fuentes.

 

No obstante, como señala Sayer, hay algunos problemas con esta progresión lineal desde la identificación científica de los problemas hacia las conclusiones, en particular con respecto a qué constituye una práctica emancipadora y qué valores y normas pueden considerarse mejores que otros, en la medida en que están respaldados por la evidencia científica. La crítica de Sayer apunta específicamente a la necesidad de alternativas concretas y factibles (en términos generales o como experimentos de pensamiento, no como programas detallados), imprescindibles para evaluar si la eliminación de un problema y su reemplazo por otra cosa significaría una mejora o favorecería la emancipación de un determinado grupo. En segundo lugar, problematiza las nuevas interrelaciones emergentes que podrían surgir una vez que una práctica sea reemplazada por otra y, de este modo, la práctica emancipadora para una parte de la sociedad podría conducir a la represión en otra parte. Por ejemplo, las mujeres occidentales se integran el mercado laboral remunerado contratando a mujeres del sur global para que realicen tareas reproductivas; por otra parte, los trabajadores que toman el control de una mina de carbón que de otro modo tendría que cerrarse pueden emanciparse, pero esto podría tener repercusiones negativas en el medioambiente u otras comunidades que habiten en el área, ya podrían verse afectadas negativamente por la contaminación.

La teoría en la línea de la EPM que opera en la tradición filosófica del realismo crítico sostiene que el vínculo entre el mundo real y la investigación científica no es simple. Rechazan el positivismo y el empirismo “ingenuos”, que defienden que el mundo real se comunica con el científico que, después y sin mediación, puede representarlo. También se rechaza el constructivismo fuerte, es decir, la opinión de que el científico crea el mundo real al idear concepciones o al hablar de modo autorreferencial según la forma en que lo han hecho los científicos anteriores. Por el contrario, se reconoce la naturaleza falible de la ciencia, así como su carácter cargado de teoría y puntos de vista, pero aún así, se considera que es posible juzgar si la teoría es buena o mala por referencia al mundo real. Esto significa que la investigación en ciencias sociales puede ser diversa, dependiendo de la teoría aplicada, así como de la biografía personal y los sesgos (por ejemplo, de clase, género, hábito) del investigador. Aún así, es posible determinar si una investigación en particular puede extraer conclusiones válidas y, por tanto, es posible realizar afirmaciones objetivas sobre los mecanismos causales responsables de fenómenos sociales concretos.

La manera de comprobar si una afirmación es verdadera en el realismo crítico es, sin embargo, algo más complicado que en otras tradiciones. Dado el énfasis en los mecanismos causales más que en las regularidades y las correlaciones, las pruebas estadísticas simples no son suficientes para determinar la validez de una hipótesis. Por el contrario, se deben hacer abstracciones a partir de la evidencia observacional para verificar la validez de un mecanismo supuestamente causal. Así, por ejemplo, deberían realizarse estudios de casos contrafácticos o experimentos mentales para verificar la capacidad explicativa de una hipótesis.

Por otro lado, con respecto a la validación de las teorías, la EPM es escéptica con respecto de las predicciones. Esto se debe a que, en condiciones de sistemas abiertos sobredeterminados y en evolución, los mecanismos sobre los que se realizan teorías podrían cambiar durante el proceso y, así, podrían surgir nuevos mecanismos.

5. Metodología          

La EPM no funciona de manera deductiva ni inductiva, pero supone que existen múltiples causas y, por tanto, múltiples formas de investigar. Estas dependen de la situación, por ejemplo, el momento particular del desarrollo capitalista. Un elemento central del análisis marxista es la dialéctica. La dialéctica pretende trascender la lógica clásica de la causación directa y las relaciones lineales y la reemplaza por una comprensión dinámica de los procesos, así como con diferentes categorías que en algunos casos se considerarían contradictorias en términos clásicos. En la Figura 1 se da un ejemplo de razonamiento dialéctico (Sayer 1992, 141), donde se combinan conceptos simples y abstractos con características complejas, específicas y contingentes de una situación concreta.

Figura 1. Un ejemplo de razonamiento dialéctico

Con respecto al método de investigación típico, las teorías de la EPM son bastante eclécticas:

  • existen modelos matemáticos (por ejemplo, la Interpretación Temporal y de Sistema Único (TSSI, por sus siglas en inglés) de la teoría marxista el valor) junto con
  • análisis del discurso (por ejemplo, el análisis de Hay de 1996 de la construcción de los medios británicos del “invierno del descontento”, que allanó el camino para la represión antisindical de Thatcher) y
  • estudios de caso detallados (por ejemplo, el análisis histórico de Jessop de la zona euro y la crisis del euro en 2014).

Dado que muchas investigaciones en la EPM a menudo hacen referencia a conceptos abstractos como el capitalismo financiado o los regímenes de acumulación, estos conceptos no pueden ser ad hoc, sino que tienen que ser significativos y justificados por su valor analítico. A modo de ejemplo negativo de conceptos inoportunos o caóticos, Sayer se refiere al concepto agregado del “sector servicios”, que reúne actividades económicas tan dispares como la limpieza de calles, la programación de ordenadores y la contabilidad financiera. Así, las afirmaciones que atribuyen poderes causales al sector de servicios (por ejemplo, “una economía dominada por el sector de servicios contribuye a x” o “una caída en la productividad del sector de servicios afecta a y”) parecen un tanto disparatadas.

En cuanto a si ha sido la perspectiva teórica o el objeto de investigación lo que ha impulsado la investigación en la EPM, históricamente la perspectiva teórica ha gozado de mayor importancia. Así, se ha analizado el objeto de estudio (por ejemplo, diferentes sociedades, economías y sectores económicos) desde la perspectiva teórica de, por ejemplo, la teoría del valor, las teorías del poder y la hegemonía o el materialismo dialéctico. Aquellos que trabajan en la tradición del realismo crítico consideran que esta dependencia de los métodos es, sin embargo, algo menos pronunciada, ya que el realismo crítico afirma que las diferentes capas o estratos existen ontológicamente y, por tanto, tienen que ser identificados por diferentes ramas de la ciencia. Así, cada objeto, por ejemplo, “lo económico”, “lo cultural” o “lo biológico”, requeriría un enfoque científico distinto, otorgando así mayor importancia a la investigación orientada a objetos y orientada al método.

6. Ideología y objetivos políticos    

Los economistas políticos marxistas tienen el objetivo explícito de, primero, criticar y, segundo, transformar a la sociedad. La EPM es una teoría performativa y reflexiva. Así, su objetivo no es meramente describir, sino también transformar la sociedad. El papel de la crítica es fundamental en ello. A fin de cuentas, la crítica de Marx a la economía política era tanto una crítica de la economía política clásica como una crítica de las condiciones económicas y sociales existentes.

Esta perspectiva emancipadora aspira lograr a una sociedad más justa que combata la dominación, la explotación y la desigualdad, y apunte a reformar radicalmente o superar el capitalismo. La emancipación no solo concierne a la desigualdad en términos de ingresos, propiedad o enajenación, sino que también concierne al género o al dominio racial. La distribución de los ingresos y la riqueza es estructuralmente desigual debido a las relaciones capital-trabajo. Sin embargo, aunque la igualdad distributiva y el capital son incompatibles, las diferentes fases del capitalismo se caracterizan por diferentes grados de desigualdad. Por ejemplo, la era posterior a la Segunda Guerra Mundial se caracterizó por una distribución más equitativa del ingreso y la riqueza en las economías industriales, mientras que desde la década de 1980/1990 la desigualdad económica ha aumentado enormemente en todo el mundo. En contraste con los enfoques keynesianos, la EPM no hace hincapié en la necesidad de volver a la “edad de oro” mediante la reducción de las desigualdades de ingresos y riqueza mediante el estado (por ejemplo, a través de los impuestos). Por el contrario, sugiere abordar la desigualdad desde la raíz. Así, se promueven iniciativas de control obrero, economías solidarias y estructuras de producción comunitarias y cooperativas, ya que alteran las condiciones mismas de las producciones que son fundamentales para las desigualdades existentes (véase también Harvey 2014, 164–181). Por ejemplo, tras la crisis financiera, el concepto de los Comunes la organización y el uso comunales de bienes y recursos fue muy debatido dentro de los movimientos sociales (véase, por ejemplo, Federici 2011). Los Comunes se consideran una forma de enfrentar las consecuencias de la alienación, el acaparamiento de tierras, la desigualdad de bienes e ingresos y la comercialización de la vida y el conocimiento, y se articulan mediante movimientos, especialmente de América Latina. Al igual que los Comunes, la mayoría de estas iniciativas no son objetivos políticos definidos en las plataformas de los partidos políticos, sino que se desarrollan como reivindicaciones de varios movimientos sociales o se ponen en práctica mediante alternativas existentes. Quizás una de las alternativas prácticas más amplias en este sentido es la región autónoma controlada por los zapatistas en el sur de México.

Otro poderoso motivo normativo para la crítica de la EPM al capitalismo se centra en la alienación que experimentan los trabajadores asalariados en una economía capitalista. La estructura de producción capitalista –en la cual la organización y el tipo de actividad económica están determinados por poseedores de capital que separan a los trabajadores de las decisiones acerca de cómo poner en uso su energía productiva– contribuye a una condición psicológica en la que los trabajadores están privados del significado de su trabajo y son reducidos a nada más que un instrumento del proceso de producción. Esta precaria condición, junto con la tendencia a crear pobreza y enormes desigualdades a pesar del enorme potencial de producción que el capitalismo permite, proporciona (entre otros) una razón para el argumento marxista de que el capitalismo es algo que debe superarse.

7. Debates y análisis actuales

En las últimas décadas, la EPM ha contribuido a una gran cantidad de publicaciones que estudian temas tan diversos como la constitución de las clases y las consecuencias socioeconómicas de la globalización neoliberal, la financiarización de la economía mundial, el poder del capital transnacional y el potencial para formaciones postcapitalistas en la convergencia de diversos momentos de crisis. Trazar todos estos debates y perspectivas iría mucho más allá de la pretensión de esta sección. En lugar de ello, se explorará más a fondo la narrativa que vincula la crisis convergente, la estrategia de la izquierda y la transformación hacia sociedades postneoliberales o incluso postcapitalistas, porque estos temas se reflejan en casi todos los debates actuales de la EPM (ver contribuciones y temas especiales en las revistas enumeradas a continuación).

La aparición de la crisis subprime de Estados Unidos en 2007-2008, que rápidamente se convirtió en una crisis financiera y económica para la mayor parte de la economía mundial, marcó una reaparición del análisis y la crítica marxista del capitalismo. Incluso los periódicos tradicionales y conservadores anunciaron que “Marx ha vuelto” (Fuchs 2014, 9-10). Quizá la búsqueda de alternativas mayor relevancia después de la crisis financiera fue el Movimiento Occupy. Su lema “Somos el 99 %” no es solo una figura retórica, sino que tiene resonancia con las desigualdades de riqueza y representación política existentes en los Estados Unidos y gran parte de la economía mundial.

Muchos académicos de la EPM afirman que esta crisis puede representar una crisis importante o estructural del capitalismo, que podría cambiar la estructura de la economía mundial durante las próximas décadas. En este contexto, una creciente línea de investigación interdisciplinaria ha ampliado el debate al resaltar que la crisis no se limita a las finanzas o la economía, sino que se entiende mejor como crisis múltiple, dado que incluye la crisis climática y medioambiental, una crisis de la democracia representativa y la gobernanza global, y una crisis de reproducción social. En última instancia, la convergencia de estas dinámicas de crisis exige una transformación fundamental de la organización social de la producción, distribución y consumo globales. En este sentido, las contribuciones actuales debaten intensamente las estrategias y las fortalezas y debilidades de la política transformadora y los movimientos sociales ante la crisis. Los debates sobre el postcapitalismo, las nuevas formas de socialismo o comunismo han sido prominentes en los últimos años. Hasta qué punto estos debates se traducirán en un cambio social efectivo dependerá en gran medida de los equilibrios de fuerzas en la sociedad, y no tanto de la velocidad y el alcance del debate académico. Sin embargo, este último puede ofrecer un interesante punto de partida para que los estudiantes repiensen fundamentalmente la sociedad y el cambio social, un motivo de peso por el que muchos estudiantes de economía se han interesado en comprender y emplear la EPM (ver, por ejemplo, Barkin 2009; Harvey 2014; Rethinking Marxism 2010).

8. Delimitación: escuelas secundarias, otras disciplinas, otras teorías económicas 

La EPM, como la mayoría de los demás paradigmas académicos, ha experimentado diferentes olas de renovación, recepción y de magnitud en los últimos 150 años (para una visión general del marxismo occidental, véase también Anderson 1976). Si bien las primeras generaciones fueron casi exclusivamente activistas políticos, estrategas de partidos y académicos, al mismo tiempo, la EPM se institucionalizó fuertemente como un paradigma académico (con una afiliación de partido menor) en los Estados Unidos y Europa durante la Guerra Fría, especialmente en los años 70 y 80. Parte de esta renovación desde la década de 1970 también se refleja en el campo emergente de la Economía Política Internacional (EPI).

Desde el socialismo utópico hasta el marxismo clásico (u ortodoxo), desde el neomarxismo o el postmarxismo hasta el marxismo analítico y la economía política crítica, se ha asociado una amplia gama de perspectivas históricas y contemporáneas con la EPM. En un intento por proporcionar una tipología, Stephan Resnick y Richard Wolff (2006) han clasificado estas perspectivas en las siguientes seis categorías generales.

Las teorías de propiedad enfatizan la distribución desigual de la riqueza y la propiedad de los medios de producción. El conflicto de clases, la explotación y otras dinámicas dentro del sistema capitalista surgen como consecuencia de la distribución de la propiedad.

Las teorías del poder enfatizan el poder y las estructuras de autoridad, así como la posibilidad de que algunas clases (por ejemplo, los capitalistas) movilicen el poder (como la violencia física o el poder institucional ejercido por el estado) para, por ejemplo, obligar y amenazar a los trabajadores a trabajar en condiciones de explotación.

Las teorías de la acumulación enfatizan el implacable impulso de la acumulación interno al capitalismo como la fuerza motriz del mismo y, por tanto, reproduce todas las demás dinámicas y relaciones sociales.

Las teorías de las fuerzas de producción enfatizan las tecnologías productivas como determinantes de la estructura de una sociedad y las relaciones que se forman entre sus integrantes.

Las teorías de la conciencia enfatizan la importancia de la cultura y las ideas compartidas. Un ejemplo destacado es la tradición gramsciana que teoriza sobre la “hegemonía”, donde la dominación de los trabajadores por los capitalistas solo puede mantenerse si los primeros aceptan esta relación de clase, que se justifica sobre la base de ideas y teorías.

Las teorías de la sobredeterminación no privilegian ninguna de las explicaciones antes mencionadas de una manera determinista y, en lugar de ello, las consideran explicaciones parciales. Aún así, se mantienen el énfasis en las relaciones de clase y una postura crítica y emancipadora al teorizar sobre el sistema capitalista.

Algunas tradiciones destacadas actuales

Escuela de la regulación

Los economistas de la Escuela de la Regulación (por ejemplo, Michel Aglietta) investigan la estabilidad y la continuidad a pesar de la crisis recurrente en el modo de producción capitalista. Examinan la existencia histórica y espacial de los regímenes de acumulación (como el fordismo de posguerra), que tienen una serie distintiva de instituciones y un modo de regulación que permiten su reproducción continua en la esfera de la producción, el consumo, la política y el contexto internacional. La escuela de la regulación combina aspectos de la teoría marxista con enfoques institucionalistas.

Teoría del sistema-mundo (por ejemplo, Immanuel Wallerstein, Giovanni Arrighi, Beverly Silver, Jason W. Moore)

Los economistas de la teoría del sistema-mundo (por ejemplo, Immanuel Wallerstein, Giovanni Arrighi, Beverly Silver, Jason W. Moore) enfatizan la naturaleza explotadora de las relaciones de producción y la distribución desigual del poder no en el interior de un estado capitalista sino a escala global, entre países industrializados (el núcleo), los países “en desarrollo” (la periferia) y los países interinos (la semiperiferia).

Teorías neogramcianas y sobre la hegemonía (Antonio Gramsci, Ernesto Laclau, Chantal Mouffe, Robert Cox)

Los economistas neogramoscianos (por ejemplo, Antonio Gramsci, Ernesto Laclau, Chantal Mouffe, Robert Cox) enfatizan los aspectos políticos, culturales e identitarios en la lucha por una estructura dominante de producción y relaciones de clase (hegemonía). Las ideas y los discursos, junto con el poder institucional y material, determinan la existencia de la hegemonía, que siempre se mantiene contingente y es tanto histórica como espacial.

Ecomarxismo (por ejemplo, John Bellamy Foster, Paul Burke, James O'Connor)

El ecomarxismo evolucionó como una crítica de la falta de análisis de clase en el pensamiento ecologista y la ausencia de escritos ecologistas en el marxismo a finales de los años ochenta (O'Connor 1988). Estos académicos se inspiraron en los llamados nuevos movimientos sociales y desde entonces tratan de combinar el pensamiento rojo y el verde. La clave de este enfoque es una relectura de Marx a la luz de las dimensiones ecológicas de la reproducción del capital. Uno de los argumentos más destacados hace referencia a la segunda contradicción del capitalismo, a saber, que la acumulación continua de capital se alimenta de sus propias condiciones de existencia (“naturaleza”). Además, los ecomarxistas afirman que las relaciones naturaleza-sociedad deben entenderse como un metabolismo que consiste en el intercambio de materia entre sociedad y naturaleza, lo que está mediado a través de diferentes modos de producción. Similar a la alienación del trabajador asalariado, los seres humanos están alejados de la naturaleza, con lo que se hace referencia a un desequilibrio entre el ciclo natural y el económico. Este desequilibrio se está agravando con la expansión de la acumulación de capital y se denomina brecha metabólica (Foster et al. 2011). En plena crisis ecológica (de recursos, energía, clima, etc.), la visión del ecosocialismo es un enfoque viable para estos académicos (véase, por ejemplo, Löwy 2005).

El marxismo feminista (por ejemplo, Maria Mies, Silvia Federici, Frigga Haug)

Las marxistas feministas abordan la opresión de las mujeres dentro del capitalismo y el patriarcado. Un aspecto importante es la organización del trabajo y las actividades de cuidado no remuneradas. Así, apuntan a omisiones en el análisis marxista, en particular el trabajo reproductivo de las mujeres. En la teoría de Marx sobre la explotación del trabajo, los capitalistas pagan a los trabajadores un salario por la reproducción de su fuerza de trabajo, pero esta reproducción solo explica el consumo de bienes, no las actividades de cuidado. El debate sobre el “salario por el trabajo doméstico” planteado por las marxistas feministas en la década de 1970 (Mariarosa Dalla Costa, Silvia Federici) abordó este punto ciego y sirvió como punto de partida para el posterior análisis feminista sobre el trabajo reproductivo.

Solapamiento con otras disciplinas

Dado que la mayoría de las tradiciones de la EPM rechazan la reducción del análisis del capitalismo al mero ámbito económico, existen muchas relaciones con otras disciplinas. Se puede encontrar análisis de corte crítico y marxista en la sociología, la ciencia política, las relaciones internacionales y la economía política internacional, pero también en la lingüística, la geografía, la psicología (especialmente con respecto a Freud y Lacan), la teoría social y la filosofía.

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9. Delimitación con respecto de la corriente dominante

Resnick y Wolff (2006) distinguen a los marxistas de la economía neoclásica demostrando que tienen diferentes puntos de partida para el análisis de la sociedad y la economía: la economía neoclásica parte del supuesto de individuos racionales e interesados en sí mismos que interactúan a través del mercado en un mundo de recursos escasos, mientras que el punto de partida de la EPM es el análisis de las clases, ya sea en términos de poder o en términos de propiedad. Los diferentes puntos de partida tienen vastas implicaciones sobre cómo analizar la economía, por ejemplo, sobre cómo analizar los ingresos de los individuos.  Según la EPM, los ingresos de los individuos no dependen de su decisión libre sobre cuánto trabajo suministrar o su productividad marginal, sino de la apropiación de la plusvalía por parte de los capitalistas. La EPM critica la economía neoclásica por ignorar las relaciones de poder entre las clases, ya que para Marx estas determinan el comportamiento y las decisiones de los individuos. Según la EPM, los individuos están condicionados por múltiples estructuras sociales, económicas y políticas, no solo a través de la organización de la oferta y la demanda dentro del mercado. Esas relaciones socioeconómicas están determinadas por el modo de producción, el capitalismo, que se caracteriza por jerarquías y conflictos. Así, la economía no es una mera plataforma de intercambio entre individuos iguales. Para la EPM, el capitalismo es un modo de producción que ha evolucionado históricamente. Existían otras formas (esclavitud, feudalismo) y podrían surgir otros modos de producción (es decir, el socialismo). El análisis histórico y la concepción dinámica son necesarios para comprender las configuraciones actuales de la economía.

Además, la economía marxista y neoclásica tienen diferentes nociones del capital, una categoría central del análisis marxista. La concepción neoclásica del capital es muy amplia, ya que incluye el dinero, los medios de producción, pero también el conocimiento o las redes sociales (capital humano y social). Para la EPM, esas cosas se perciben como capital si se emplean en el proceso de producción mediante el uso de mano de obra asalariada. El capital es una relación social, una relación que está determinada por la explotación de la fuerza de trabajo.

Incluso si la EPM resalta ciertas leyes del movimiento, afirma que no existe una única percepción de la realidad social y económica, sino que las percepciones pueden variar. Por lo tanto, no hay una realidad objetiva que deba ser analizada. En cambio, la “realidad” que se descubre también depende de la perspectiva del investigador y de los métodos utilizados. Además, se enfatiza el carácter político de la academia porque la ciencia desempeña un papel crucial en la legitimación y normalización de ciertas políticas y órdenes sociales, mientras que hace que otras sean imposibles. En este sentido, los economistas políticos marxistas destacan su responsabilidad social (economía del mundo real).

Representantes historicos

Karl Marx, Friedrich Engels, Wilhelm Liebknecht, Ferdinand Lassalle August Bebel, Paul Lafargue, Karl Kautsky, E. Belfort Bax, Georgi Plekhanov, Dora Montefiore, Daniel DeLeon, Rosa Luxemburg, Eduard Bernstein, Clara Zetkin, Vladimir Lenin, Alexandra Kollontai, Leon Trotsky, Antonio Gramsci, Louis Althusser, Ernest Mandel, Paul Baran, Paul Sweezy, Michio Morishima, Shigeto Tsuru, Rudolf Hilferding

Revistas

  • New Left Review
  • Monthly Review
  • Global Labour Journal
  • Historical Materialism
  • Capitalism Nature Socialism
  • Capital and Class, UK
  • International Socialism
  • International Journal of Political Economy,
  • Socialist Register
  • Review of Radical Political Economy
  • Review of International Political Economy
  • Socialist Register
  • Cambridge Journal of Economics
  • Science & Society
  • Rethinking Marxism
  • World Review of Political Economy

 

Referencias

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Mariarosa Dalla Costa: Die Frau und der Umsturz der Gesellschaft (1978).

Marx, K. Der achtzehnte Brumaire des Louis Bonaparte. O. Meissner (1885).

O’Connor, J. ”Capitalism, Nature, Socialism: A Theoretical Introduction.” Capitalism, Nature, Socialism. Vol. 1, no. 1 (1988):16–17.

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Sayer Andrew. “Critical Realism and the Limits to Critical Social Science.” Journal for the Theory of Social Behaviour. Vol. 27, no.4 (1997): 473–486.

 

Módulos de curso asignados

Título Proveedor Inicio Grado
The Future of Capitalism n.a. always debutante
Marx and Capital: The Concept, The Book, The History City University of New York a su propio ritmo adelantado
Reading Marx’s Capital City University of New York a su propio ritmo adelantado
Capitalism: Competition, Conflict, Crisis The New School flexible adelantado
An Introduction to Political Economy and Economics n.a. 2022-01-30 debutante
Economic History of the Soviet Union University of Warwick a su propio ritmo adelantado
Readyfor55 - Wirtschaftspolitik auf dem Weg zur Klimaneutralität - ninguno debutante
Socialism and Sociology New School for Social Research a su propio ritmo debutante
Economics for Emancipation - ninguno debutante

Organizaciones y enlaces

Literatura

The Limits to Capital
David Harvey
Año de publicación: 2007

Marxistische Wirtschaftstheorie
Ernst Mandel
Año de publicación: 1967

Ökonomie der internationalen Entwicklung. Eine kritische Einführung in die Volkswirtschaftslehre
Jäger, Johannes; Springler, Elisabeth
Año de publicación: 2012
Mandelbaum

New departures in Marxian theory
Resnick, S.; Wolff, R.
Año de publicación: 2006
Routledge

The Elgar companion to Marxist economics
Fine, B.; Saad-Filho, A.; Boffo, M. (Eds.)
Año de publicación: 2012
Edward Elgar Publishing.

A History of Marxian Economics, Volume II: 1929-1990 (Vol. 2)
Howard, M. C.; King, J. E.
Año de publicación: 2014
Princeton University Press.

Kritik der politischen Ökonomie. Eine Einführung
Michael Heinrich
Año de publicación: 2004
Schmetterling

A companion to Marx's Capital
David Harvey
Año de publicación: 2010
Verso Books

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